Ellen KeyBuena parte de la Pedagogía moderna reconoce, entre sus fuentes principales, la obra El siglo de los niños publicada en 1900 por Ellen Key.

   Ideas tales como buscar la personalidad del niño, reconocerle un ámbito de libertad para aprender, despenalizar el error, incorporar a los padres en la labor educativa, implicar al Estado en la enseñanza, crear escuelas mixtas, suprimir el castigo y otras líneas semejantes, nos parecen hoy muy normales y están incorporadas en multitud de sistemas educativos así como en los programas de la UNESCO y de otras instituciones vinculadas a la infancia. Muchos de los tratados doctrinales en que se basan suelen citar la obra de Key como punto de arranque.

   Ellen Key había nacido en 1849 en Sundsholm (Suecia), en una familia acomodada. Su padre se dedicaba a la política y su madre fue quien se ocupó de atender a la hija junto a varias institutrices; la falta de implicación del padre en su educación debió hacer reflexionar a la pequeña Ellen, cuya mente inquieta no dejaba de cuestionarlo todo. Ellen Key comienza muy pronto una rebelion niñosactividad como escritora, publicando un ensayo en 1870 sobre la libertad de expresión. Su inconformismo la lleva pronto a encuadrar las listas del feminismo, el liberalismo, y posteriormente el socialismo. Su vocación social la llevará a ocuparse del mundo de los niños, haciéndose maestra de escuela en 1880 y promoviendo una labor de seminarios, cursos y publicaciones en este ámbito.

   A los niños de su época se les consideraba como adultos en pequeño (incluso en el vestir); las doctrinas anteriores se despreocupaban de los menores, entendiendo que había un determinismo religioso (por el pecado original y el castigo por las culpas de los padres), o incluso genético (por los estudios sobre la evolución, la fisiognomía y otros). Ellen Key no quiso seguir esas vías y buscó una propia, no exenta sin embargo de referentes del XVIII tales como Rousseau o Goethe.

   Rousseau, en obras como El Emilio, había propugnado una educación que reconociera la bondad del estado natural del ser humano, de forma que lo necesario era extraer del menor aquellas bondades que de antemano portaba, en lugar de enterrarlas bajo una montaña de preceptos perniciosos. Goethe reflejó sus ideas sobre educación en obras como Los años de Aprendizaje de Wilhelm Meister, poniendo el acento en un humanismo que elevara el espíritu del niño hasta dotarle de un saber propio y una responsabilidad sólida. Esenciales las referencias a la belleza como elemento formativo, en consonancia con otras teorías del XIX pensadas para adultos (Ruskin, William Morris) que hablaban de la estética como factor de redención social.

   El siglo de los niños, tras su aparición Escuela rural niñosen 1900, fue inmediatamente traducido a numerosas lenguas y ampliamente difundido. Su autora veía al siglo XX como el de la eclosión de los derechos del menor. A la vista de la evolución del siglo y de algunos de sus desastrosos episodios, el balance no fue tan luminoso como esperaba Key, pero no cabe duda de que, en los sistemas más avanzados, sus ideas parecen ya irrenunciables y, además, tenemos todo un siglo XXI para consolidarlas.