Puede que este título no signifique nada para algunos lectores. Pero para otros muchos, especialmente si ya han cumplido la treintena, son palabras tremendamente familiares y evocadoras. El sólo hecho de oir estas expresiones nos traslada automáticamente a la infancia e incluso a algún espacio muy concreto como pueda ser una sombrilla de la playa, un rellano de escalera o un banco de un jardín, y en ellos el rostro de los amigos de la niñez, los hermanos, primos, pandillas del verano…

   Para quien no lo sepa, estamos hablando de la Baraja de las Familias de 7 Países, o simplemente la “Baraja de las Familias”. Allá por los años 60, la fábrica de Naipes de Heraclio Fournier creó este juego de cartas que de inmediato tuvo un éxito rotundo. Es difícil que algún niño de la España del último cuarto del siglo XX no haya jugado con esta baraja, ya sea porque la tuvo en casa o bien porque la tuvieran sus amigos.

   “Hijo Chino, Abuela Esquimal, Padre Mejicano…”. La baraja constaba de 42 cartas, divididas en siete familias de seis miembros cada una. Las familias eran de diferentes naciones o razas: esquimal, mejicana, tirolesa, bantú, china, árabe e india. Los miembros eran abuelo, abuela, padre, madre, hijo e hija. El juego consistía en repartir las cartas y completar las familias, ganando el juego el que reunía más de ellas; cada jugador por turno iba pidiendo a los restantes las que suponía que tenían, y si fallaba pasaba el turno al siguiente, el cual aprovechaba el momento para recuperar las que había perdido más otras nuevas.

   La Baraja de las Familias es, realmente, una excepción dentro de la producción general de Fournier. La empresa se había venido dedicando durante décadas a la producción de naipes de los considerados como “baraja española”, es decir, la de oros, copas, espadas y bastos. Los orígenes arrancan del año 1785, cuando se instaló en Burgos el joven francés Francisco Fournier, descendiente de familia de impresores. Uno de sus nietos, Heraclio, nacido en 1849, creó la empresa junto a su hermano Braulio. Años más tarde Heraclio se trasladó por su cuenta a Vitoria, donde fundó un taller que con el tiempo progresaría y mejoraría sus instalaciones hasta convertirse en una entidad de primera línea mundial. Se dedicó a otros modelos de naipes como la baraja francesa y otras de tipo especial, así como a una gama diversa de juegos de mesa.

   Actualmente, y tras sufrir diversos avatares por las crisis del 73 y el 93, se halla integrada en el holding americano Jarden Corporation. La empresa es líder mundial en su sector con una cuota del 35% y mantiene con todo vigor esa posición de prevalencia siendo la fabricante favorita de la práctica totalidad de casinos y centros de juego más importantes. La participación española quedó reducida a una décima parte del total, aproximadamente, pero gracias a ese porcentaje puede afirmarse que se conserva un toque tradicional que liga el presente con el pasado.

    En cuanto a la Baraja de las Familias, sigue figurando como producto Fournier. Mantiene el diseño de cuando surgió hacia 1965, creado por José Luis López Fernández, y los ejemplares antiguos son también producto cotizado en el mercado de juegos antiguos.

   Podría ser una baraja más de tantas temáticas que existen; sin embargo para muchos niños de los años 70 y 80, nunca dejará de ser la baraja que les descubrió que existían los Bantúes, o que les hizo ver que los esquimales pescaban y sonreían a pesar del frío, por no hablar de los simpáticos tiroleses, siempre con su música y sus montañas. Todo un clásico.