Tras el reciente estreno de El Hobbit-La batalla de los cinco ejércitos, cabe refrescar algunas cuestiones sobre la obra de J.R.R.Tolkien.
Los amantes de El Señor de los Anillos saben quiénes son Arwen y Lúthien. Los seguidores de Tolkien saben que la esposa de éste se llamaba Edith. Detrás de los personajes de Arwen y de Lúthien está Edith Tolkien, es decir una mujer real.
Partimos del momento en que Aragorn –líder humano de la Comunidad del Anillo-, en un momento de reposo se pasea entre unos árboles y susurra una canción. Al preguntarle Frodo por el contenido de la canción, Aragorn le responde que narra la historia de Lúthien Tinúviel, la bella princesa elfa que se enamoró del hombre Beren, y que por éste renunció a la inmortalidad. Beren, tras sobrevivir malherido a la Batalla de la Llama Súbita y huir a otros reinos, se prendó de Lúthien al verla pasear un atardecer en una pradera de la floresta de Neldoreth, mientras ella entonaba un canto creyéndose en soledad. Lúthien cantaba como un ruiseñor, que en elfo se dice Tinúviel, y así la llamó Beren desde entonces. Aquellos dos personajes pertenecientes a mundos separados se unieron a pesar de las dificultades, en especial la oposición del padre de ella, -el rey Thingol de Doriath-, a quien no gustaba que su hija tuviera que sufrir tantos inconvenientes por el amor de un mortal.
El episodio de Beren y Lúthien aparece en El Silmarillion, aunque ya en 1917 había sido bosquejado en El cuento de Tinúviel, dentro de El libro de los Cuentos Perdidos. El momento de Aragorn, por su parte, figuran en la obra La Comunidad del Anillo, donde su relación con Arwen retoma los mismos elementos de unión entre princesa elfa y humano, con la oposición del padre de ella –Elrond-, y la unión final entre ambos. También ella paseará entre las flores al atardecer y cantará suavemente en Ravendel a la vista de Aragorn, y más tarde se le planteará el mismo dilema de elegir entre la inmortalidad o el amor. Al fin y al cabo, Arwen Undómiel (así llamada como “estrella de la tarde”) es descendiente de aquélla unión entre Beren y Lúthien que en la misma Tierra Media se había producido unos 6.500 años atrás, y va a seguir el mismo destino compartido con un humano. Se nos cuenta en La Leyenda de Aragorn y Arwen, uno de los apéndices de la obra de Tolkien.
Todos estos elementos no son casuales, pues nacen de una fuente de la vida real del escritor y de su amor permanente: Edith. John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973) y Edith Bratt (1899-1971) se conocieron en 1908 al coincidir como huérfanos acogidos en la residencia de Louis Faulkner (Birmingham). Poco a poco nació el amor entre ellos, si bien la relación fue obstaculizada por el padre Francis Xavier Morgan, tutor de John, debido a que éste era católico y Edith anglicana. Tras superar importantes dificultades se casaron en 1916, ya comenzada la I Guerra Mundial. Tolkien tuvo que acudir al frente de Francia, donde vivió un período muy duro y enfermó; entonces se le permitió regresar a su hogar para recuperarse. Allí ocurrió algo que le conmovió: al salir al campo a dar un paseo, en un atardecer, su esposa Edith se adentró entre unas flores blancas entonando un leve cántico y danzando ligeramente. Esa escena se quedó grabada en su mente haciéndole entender que su amor por ella, vivido en un instante, podía dar sentido a tanta dureza pasada y merecer la inmortalidad.
Las reflexiones de Tolkien sobre el amor, la trascendencia, la finitud y la superación, quedarán traspuestas en los personajes femeninos en los que Tolkien quiso depositar aquellas sensaciones sublimes vividas con Edith, de forma que Lúthien y Arwen, cada una en su papel, resultan ser los personajes quizá más importantes para Tolkien y para las que todos los guerreros, orcos, magos y héroes de su saga no son sino un pretexto para poder llegar a la gran escena final, la de la unión entre los dos mundos de lo terrenal y lo mágico en la Ciudad de los Reyes.
Se ha dicho que la apariencia física de la actriz Liv Tyler, en su papel de Arwen, resulta perfecta para presentarnos a la propia Edith, de tez blanca, cabello negro y ojos brillantes, como también Tolkien describe a Lúthien.
Quien visite el lugar de reposo conjunto de Edith y John Tolkien, en el cementerio de Wolvercote (Oxford), observará que el escritor, fallecido dos años después que su esposa, grabó sus respectivos nombres como Edith Marie Tolkien, Lúthien y John Ronald Reuel Tolkien, Beren.