En estos días de Reyes Magos se hace el milagro de que Sus Mágicas Majestades de Oriente saben encontrar siempre los juguetes que los niños les han pedido, o los más parecidos para hacer su felicidad. Pero ese milagro no siempre es fácil de conseguir, y a veces es realmente meritorio el que los Reyes Magos puedan encontrar ese regalo.
Esto no sólo le ocurre a Melchor, Gaspar y Baltasar, sino que también hay muchas personas que gustan de hacer algún regalo por Navidad a sus familiares y amigos, y tienen dificultad en encontrar un objeto preciso, generando situaciones divertidas y algo aceleradas. Es el caso que nos contaba la película Un padre en apuros, (Jingle all the way), en la que el protagonista es un padre que quiere regalar a su hijo un muñeco del superhéroe Turboman y descubre que eso será mucho menos fácil de lo esperado.
La película, protagonizada por Arnold Schwarzenegger, muestra una situación que muchos habrán conocido: las dificultades inesperadas que surgen cuando se espera conseguir fácilmente un objeto que hemos prometido regalar. En el film, el padre de familia Howard Langston promete a su hijo Jamie que le regalará por Navidad un Turboman, muñeco favorito del niño. Tiene dos días para ello y piensa que lo encontrará en cualquier tienda. Sin embargo, al poco descubre que no quedan ejemplares en ningún sitio y que apenas queda disponible una existencia por la que, además, va a tener que competir duramente con otro padre que tiene el mismo objetivo. Los obstáculos y peripecias por las que atraviesa Howard serán hilarantes, mostrando a un padre que lo da todo por alegrar a su hijo. A eso nos referimos con lo de “Síndrome de Turboman”, que sería el que padecen muchas personas al querer encontrar a última hora un obsequio que súbitamente ha desaparecido del mercado.
El caso de la película Un padre en apuros, aparentemente compartido por muchos padres de familia, dio lugar a que el film resultara un éxito comercial en su momento. De un coste de 75 millones de dólares pasó a 129 de recaudación. La película gozaba de algunos atractivos además del concurso del ex-campeón mundial de culturismo pasado a actor, como podían ser la leve participación de James Belushi, la música de David Newman (al que veremos repetir con la Fox en otras producciones infantiles como Anastasia, Dr. Dolittle 2, o Alvin y las Ardillas), o un Jake Lloyd niño al que veríamos al poco convertido en Anakin Skywalker en Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma.
Sin embargo, la película se limitó a ser un producto corto de temporada sin mayor recorrido, cosa que hoy algunos críticos cuestionan pues parece que el tiempo está salvando del olvido a la producción. Y algo parecido podríamos decir del propio Turboman, el muñeco que sirve de hilo conductor de la película. Hubo un intento de convertir aquella creación de guión en un producto de merchandising -al contrario de lo habitual en que el producto provoca la película-, siguiendo la línea de argumentos sobre objetos inexistentes (como el VIP de Pijama para dos-Lover come back, o el Transfuncionador del continuo de Donde está mi coche-Dude, where is my car?). El intento correspondió a Tiger Electronics LTD en el mismo 1996, año de lanzamiento de la película, pero el producto no funcionó. Hoy, sin embargo, encontramos algún raro ejemplar de aquellas serias fallidas como objeto de culto en las páginas para coleccionistas, con precios por unidad que sobrepasan los 300 $, e incluso se anuncia alguna recuperación del producto a través de la plataforma Kickstarter. Como una ironía del destino, hoy parece que sigue siendo tan difícil para un coleccionista encontrar un Turboman en condiciones como lo fue para Arnold Schwarzenegger encontrarlo en su película. Cosas del síndrome.